ZL_DondeNadieOyeMiVoz

Al final Berta ganó una beca para seguir sus estudios en Berlín y ante la imposibilidad de ir a perseguirla ele- gí estudiar español e inglés. Ni Cervantes ni Shakes- peare tuvieron nada que ver en mi elección. Escogí esos idiomas porque son en los que se transmiten los parti- dos de la Liga y de la Premier League. Vivo con mi padre en un sótano cerca del río y debajo del Castillo de Buda que se encuentra en lo alto de una loma. Cuenta la leyenda que por el terreno donde se construyó mi barrio cruzó alguna vez el desagüe de la fortaleza. Por encima de nuestras raíces cruzaron los de- sechos y vómitos de su majestad y sus amigos. El K es el equipo de mi barrio y por culpa de toda la mierda –meta- fórica y no– que hemos visto pasar a lo largo de nuestra historia a los del K nos llaman los arrastramierda. El K es mi equipo y también el de mi padre. El amor hacia el K es de las pocas cosas en las que coincidimos. Mi recuerdo más antiguo se remonta a la primera vez que fui al estadio: el verde encendido del pasto en con- traste con los uniformes rojos de los jugadores movién- dose por la cancha. Durante varios años mi padre y yo fuimos cada quince días al estadio. Teníamos un abono doble y nuestros lugares quedaban al centro de la can- cha, dos filas abajo del palco de honor. Cuando llovía, si el viento venía del río, el techo de aquel palco nos al- canzaba a proteger, si el viento venía del oeste entonces nos mojábamos igual que casi todos los aficionados. 19 I

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