ZL_DondeNadieOyeMiVoz

mí no me convence ni la idea de Yahvé ni la de mi pa- dre porque creo que un buen dios sería un dios invisi- ble o por lo menos un dios que no se comportaría como candidato en campaña. Por eso, entre los dos ídolos de mi padre siempre preferiré a Superman. Aunque en realidad no se necesita ser muy listo para comprender que prefiero a Superman sobre Yahvé por- que al hombre del pijama azul lo identifico claramente con mi padre: ambos son inmortales o por lo menos po- derosos, los dos tienen que ocultar su verdadera identi- dad, comparten la orfandad y pertenecen a especies en peligro de extinción. De algún modo Superman es un monstruo lumino- so o mi padre un superhéroe oscuro y yo puedo sobre- llevar perfectamente esa situación, mientras que en la analogía Lajos-Yahvé yo vendría a ocupar el papel de Jesucristo, el hijo sacrificado que habrá de morir en medio del tormento y la verdad no me llama ni la cruz ni los milagros. Siempre preferiré ser hijo de Superman que de un dios. Lajos es mi padre. No mi padre biológico, pero mi padre al fin y eso es lo que cuenta. El hombre que me engen- dró se llamaba Giovanni y era un fotógrafo italiano que conquistó a mi madre durante el coctel de una galería. Inauguraban una exposición de esculturas y laberin- tos, mi madre tomó tres copas de más, se fue a pasar la 27 I

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