ZL_DondeNadieOyeMiVoz

El funcionario se quedó pensando y al cabo de un rato me respondió que probablemente Lajos no quería decir nada en específico, pero que era un nombre de persona. Me dijo que ni Laszlo ni Tibor ni Sándor significan nada, pero que eran nombres y que era una saludable tradi- ción llamar a la gente con nombres de personas. ¿Usted cómo se llama?, le pregunté. Me llamó Gyozo Martos, respondió el funcionario. Me gusta, póngale a mi hijo Gyozo Martos. Pero yo soy Gyozo Martos, protestó el funcionario. Mi hijo también será Gyozo Martos, asegu- ré y entonces el señor Martos empezó a explicarme que según su experiencia como empleado del Registro Civil la gracia de un nombre se escondía en su originalidad. Precisamente por eso yo quería que mi hijo se llama- ra Lago. Quería un nombre que tan sólo funcionara para él, le expliqué. Para desatascar la discusión me pregun- tó qué era lo que opinaba mi esposa. No opina, nada, murió en el parto, le dije y la mención de la muerte nu- bló, por un instante, el pensamiento del hombre. Murió un poquito también él. Póngale Lajos Holosko. Igual que yo. Es la costumbre, ¿no?, le pedí al empleado cuando me di cuenta de que había regresado del más allá. El hombre se secó el sudor de la frente con un pañueli- to. Después se redactó el acta en una enorme máquina de escribir, se sellaron los documentos, se abrieron los archivos y Lajos pasó a llamarse oficialmente Lajos. Lo miré por entre las ropas que lo cubrían y mis ojos se 33 La jo s e n l a co n s u l ta d e l a s e ñ o r i ta Ad r i e n n . Pr i m e ra s e s i ó n

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