ZL_DondeNadieOyeMiVoz

Lajos se sintió liberado porque, exceptuando la no- che que lo platicó con su hijo, jamás le había confe- sado a nadie su condición de vampiro, pero al mismo tiempo se mantuvo en guardia esperando una reac- ción de la psicóloga. —¿Mareos o sensación de ahogo? —preguntó enton- ces la señorita Adrienn. Aquella frase desarmó por completo a Lajos. Acaba- ba de confesarle su gran secreto y la doctora se limita- ba a preguntarle si sufría mareos. —Soy un vampiro —recalcó. —¿Acaso los vampiros no se marean? —De vez en cuando. —¿Con qué frecuencia? —A la mañana siguiente de una buena borrachera. —Eso es normal, señor Holosko. No voy a anotarlo en su expediente. —¿De verdad no le importa que yo sea un vampiro? —retomó Lajos el tema. —Estamos en Budapest, le sorprendería saber todo lo que me ha tocado ver pasar por este consultorio —dijo la psicóloga, restándole importancia a la condición de su cliente. —Bebo sangre humana —afirmó Lajos haciéndose el importante. —Eso lo trataremos la próxima semana. Los cin- cuenta minutos se pasaron volando. 35 La jo s e n la co n s u l ta d e l a s e ñ o r i ta Ad r i e n n . Pr i m e ra s e s i ó n

RkJQdWJsaXNoZXIy MTkzODMz