A un paso de un mundo perfecto
sentido atrasada, o “poco preparada para la solu- ción del problema”, como decía Witta. —Hay niñas que siempre tienen la respuesta lista. Tienen una inteligencia veloz, como un chasquido de dedos. Y después están las niñas como tú. Quizás les cueste llegar a la resolución de un problema: en la cabeza dan vueltas muchas ideas, preguntas, du- das. Tú estásmás inclinada a la reflexión filosófica que a la velocidad, Iris. No te preocupes. Lo más impor- tante es el empeño que le dedicas al estudio. Cada uno de nosotros sobresale en algo, y pronto tú tam- bién descubrirás en qué, Iris. ¡Cuánto la tranquilizaba Helga! Algunas veces con su madre, quien esperaba respuestas al instante a sus fulminantes preguntas, se había sentido como si en la habitación hubiesen cincuenta personas, y ella hubiera sido la última en responder. ¡Qué ago- bio! La única cosa que no permanecía mucho tiempo suspendida en los labios de Iris era la curiosidad, y también su institutriz se lo hacía notar de manera divertida. Era más fuerte que ella. En efecto, el segundo jueves en el que Helga lle- gó a las dos, fue directo al punto y le preguntó por qué no podía llegar más temprano. —Doris tiene que ir a una terapia en las mañanas, Iris —le respondió la mujer—. Yo tengo que acom- pañarla. Por un tiempo, así tendrá que ser. Aún no sé durante cuántas semanas… 17
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MTkzODMz