A un paso de un mundo perfecto

—¿Por qué? ¿Doris está enferma? Iris no se rendía. Había visto a la hija de Helga una sola vez. En su tercer cumpleaños. Ahora Do- ris tenía seis años. Cuando Helga estaba con Iris, la niña se quedaba con la abuela. —¿Qué enfermedad tiene Doris? —preguntó de nuevo Iris. En ese momento también estaba presente la ma- dre. Helga no respondió de inmediato. Instintiva- mente, había mirado a Witta. —Es una enfermedad que requiere una terapia larga, querida —le respondió la madre—. Hay que seguir las indicaciones del médico para que Doris pueda mejorar y volver a ser como nosotros. ¿Ver- dad, Helga? Pero la institutriz nodijo si era verdad. Nodijonada. Iris no dejó escapar ningún otro detalle. La ma- dre le había dicho que Doris se curaría para que volviera a ser como nosotros . Necesitaba explicaciones. —¿Qué diferencia a Doris de nosotros? La niña interrogó con la mirada, primero a su ma- dre y luego, dado que no respondía, hizo lo mismo con Helga. Sin embargo ella, una vez más, no respondió. Pero la tomó de la mano y la acompañó hacia el piano. Le sonrió. La niña notó que la sonrisa se le apagaba ese día, aunque luego Helga, de golpe, se la devolvió. Pero era incapaz de hacerla duradera. Era evidente que había algo que la preocupaba. 18

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