Lectora de sueños

14 —¿Entonces quieres ser poeta? —¡Oh, no! —se apresuró a responder Chloé—. Quiero escribir historias, fantásticas, maravillo- sas… —no se atrevió a decir: “como usted”. —¿Y por qué no lo haces? —Es que… no se me ocurre nada —dijo abochor- nada—. No sucede nada especial en mi vida, no ten- go imaginación. —Lo de “nada especial” no es verdad. La prue- ba es lo que expresas en tus poemas. A todos nos ocurren cosas especiales. Lo que pasa es que no las vemos. Nuestra vida no es solo lo que nos sucede: es lo que le ocurre a la gente de nuestro entorno, lo que leemos, lo que nos cuentan. En cuanto a lo de la imaginación… pues ese sí que es un problema. No siempre lo que nos sucede es digno de ser con- tado tal cual. Hay que ponerle la gota de imagina- ción que lo convierte en algo con lo que muchos se sientan identificados. No es fácil. No eres la única con ese problema. Antes se hablaba de la “musa”, ¿sabes lo que es? Chloé dijo que sí. —Pues la musa no siempre viene cuando la nece- sitas. Sin embargo hay formas. A. O. se levantó lentamente y comenzó a cami- nar por la habitación como si meditara cada una de sus palabras. —Tengo un buen amigo, Ray. Él tuvo mucha suer- te. Una vez se encontró con un hombre ilustrado.

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