CYC_AntologiaDePoesiaLatinoamericanaContemporanea_Cruz

JUAN GUSTAVO COBO BORDA 13 Enrique Molina contempla cómo la vanguardia de Girondo –su amigo y protector, para quien escribió el fervoroso prólogo de sus Obras completas (1968)–, recibe el fuego desatado del surrealismo; el “fuego central”, como lo llama, en el cual la fastidiosa civiliza- ción mecánica debe ser inmolada para recobrar la inocencia. En una carta de la primavera de 1980, Molina me lo expresó con estas palabras: “Elmundo termina en punta, usted sabe, no es redondo, y ya estoy al final de esa punta, es decir, ya vivo en el fin del mundo –por lo demás así fue a cada instante”. Remontar el vuelo, llegar al límite: esas fueron las condiciones esenciales que posibilitaron el desparpajo y la libertad que trajo consigo la vanguardia. Lamisma que nos dio el Espantapájaros (al alcance de todos), como reza el títulodel librodeOliverioGirondode 1932, que, con justa sin razón, Eliseo Subiela utilizó como germen de su película El lado oscuro del corazón (1992), cuya secuela fue producida bajo el mismo nombre en 2001. Oigamos esa voz, donde el humor no soslaya otras lecciones de abismo: Nome importaunpitoque lasmujeres tengan los senos comomag- nolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija [...] ¡pero eso sí! –y en esto soy irreductible–, no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar, ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! La vanguardia nos sedujo con su ligereza y su gracia, con sumúsica denegros, cuyosecos retumbanenlos Motivosdeson (1930)deNico- lásGuillén, donde el cineyel jazz confluyencomo telónde fondo.No obstante, otros hablaban de entierros y hospitales; de “la condición del martirio, carnívora, voraz”; de cenas miserables, “¡tanta vida y jamás!”; de Cristo de nuevo en una celda, de hambre y dolor:

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