CYC_ElNuevoCuentoLatinoamericano_Cara

Daniel Alarcón 17 parecíanestar realmente ajenos a todo ello, solo echabanunvistazo a sus clientes de cuando en cuando para asegurarse de no cometer errores. Una vez que terminaban el retrato, el cliente siempre son- reía y parecía sorprendidode descubrir supropia imagenen lahoja. Wari también sonrió, le pareció algo folclórico, al igual que todo lo que había visto hasta ese momento en la ciudad, algo que valía la pena recordar, algo especial, aunque todavía no podía explicar por qué. Wari había sido invitado a Nueva York para participar en una exposición de arte; todo había ocurrido por azar, una cadena de circunstancias nacida de una simple conversación en un bar con un pelirrojo turista estadounidense llamado Eric, estudiante de doctorado en Antropología y una persona bienintencionada por naturaleza. Hablaba un español aceptable y era amigo de un amigo de Wari que aún estudiaba en la universidad. Eric y Wari habían conversado sobre Guayasamín y la iconografía indígena, sobre el cubismo y la tradición textil paracas de la costa peruana. Habían compartido algunas botellas de cerveza de un litro ymuchas risas, mientras su comunicación mejoraba con cada trago, gracias a pa- labras en espanglish y dibujos a lápiz en servilletas. Finalmente, Eric acordó visitar el taller deWari. Volvió a Nueva York llevando consigodos de sus cuadros, y organizóuna exposicióna través de su departamentoacadémico. Pocodespués,Wari recibióunentusiasta mensaje de correo electrónico y una invitación impresa en papel bond crema. Le dio vueltas al tema durante algunas semanas, y lue- go gastó la mayor parte de sus ahorros en un pasaje de ida y vuelta. Era laúnicaclasedeboletosquevendían.Unavez llegadoe instalado en Nueva York, guardó el pasaje de regreso al fondo de su maleta, como si estuviera hecho de un material radiactivo. No sabía qué más hacer con él. Aquella primera noche, con el departamento ya en calma, Wari sacó el pasaje de la maleta y lo examinó. Tenía una

RkJQdWJsaXNoZXIy MTkzODMz