CYC_ElNuevoCuentoLatinoamericano_Cara
Daniel Alarcón 19 Wari estaban apoyados contra la pared, aún envueltos en papel marrón y con el rótulo de frág i l . Los iban a colgar al día siguiente. “¿Tenías planeado trabajar mientras estuvieras aquí?”, preguntó Eric. “Pintar, quiero decir. Enmi departamento académicome han dicho que podrían prestarte un taller por algunas semanas”. Esto tenía mucho que ver con el boleto radiactivo sepultado al fondode sumaleta.Wari sintióuncosquilleoen lasmanos.Nohabía traído pinceles, ni óleos, ni lápices, ni nada. No tenía dinero para comprar materiales. De hecho, suponía que pasarían varios años antes de que pudiera hacerlo de nuevo. ¿Cómo sería su vida si no pintara? —No, gracias —dijoWari en inglés, y apretó los puños. —Te estás tomando unas vacaciones, ¿ah? Muy bien, hombre. Disfruta de la ciudad. Wari le preguntó por las tarjetas telefónicas, y Eric le dijo que se podían conseguir muy baratas y en todas partes. En cualquier bodega, tiendecita, farmacia o puesto de periódicos. “Estamos conectados”, dijo Eric, y se rio. “Las tienen junto a los billetes de lotería. ¿Todavía no has llamado a tu casa?”. Wari sacudió la cabeza. ¿Lo extrañarían ya? “Deberías hacerlo”, dijo Eric y se acomodó en el sillón. Leah se había marchado al dormitorio. Su anfitrión se dedicó a hablarle al televisor parpadeantemien- trasWari comía. La embajada estadounidense se levanta contra un cerro desértico en un distrito acomodado de Lima. Es un inmenso búnker con el exterior recubiertodeazulejos, comounbañoelegante. Lapuertadel muro perimétrico que lo rodea se ubica tan lejos del propio edificio,
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