CYC_ElNuevoCuentoLatinoamericano_Cara
Ausencia 22 El oficial sacudió la cabeza. “No tienes la cantidad de dinero que se requiere para una estadía tan prolongada”. Miró la invitación y luego señaló la cifra insignificante que aparecía al final de su estado de cuenta. Se la mostró aWari, quien tuvo que contener una risita nerviosa. “Tienes dos semanas. Y no te hagas ilusiones”, le dijo. “Estoy siendo generoso contigo. Cambia la fecha de tu pasaje tan pronto llegues a Nueva York”. Selló el pasaporte color borgoña de Wari con una nueva visa y lo dejó ir. En la terminal de recojo de equipajes, Wari encontró sus cuadros apilados junto a un carrusel ya vacío. Se dirigió hacia aduanas, donde tuvo que responder más preguntas antes de que lo dejaranpasar. Esperópacientementemientras revisabansumaleta, hurgando entre su ropa. Inspeccionaronminuciosamente sus cua- dros, y aquí, por fin, le fue útil la carta conmembrete dorado. Salió finalmente de aduanas.Wari se sentíamareado, repentinamente el ruido del ajetreo del aeropuerto le parecía hipnótico, y el sueño lo llamabaa suabrazoprotector.Noventadías esunperíodode tiempo humano, pensó. Tiempo suficiente para tomar una decisión y en- contrarle los puntos débiles. Para buscar un trabajo y prepararse paraposibles eventualidades. Para empezar a imaginarse loperma- nente quepodían ser las despedidas. No era como siWari no tuviera nada que perder. Tenía padres, un hermano, buenos amigos, una carreraque reciénempezaba enLima, una exesposa. ¿Queocurriría si él abandonaba todo aquello? Incluso unmes completo dedicado ameditar sobre el asunto—paseando por una nueva ciudad, descu- briendo las peculiaridades de un idioma extranjero—podría ser un tiempo suficiente para decidirse. Pero, ¿dos semanas?Wari pensó que era una crueldad. Contó los días con los dedos: veinticuatro horasdespuésdequedescolgaransuscuadros, seríaconsideradoun ilegal. Wari se había imaginado que la decisión correcta se le haría
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