CYC_ElNuevoCuentoLatinoamericano_Cara
Daniel Alarcón 23 obvia, si no de inmediato, sí antes de que transcurrieran tresmeses. Pero no había forma de que la claridad le llegara en apenas catorce días.Wari atravesóel aeropuertodeMiami comosi lehubierandado un puñetazo en la cara. Arrastraba los pies. Llegó a tomar su vuelo paraNuevaYork justocuando laspuertassecerraban, y lodetuvieron una vezmás en lamanga de abordaje, donde unamujer con guantes de látex examinó sus zapatos y no respondió a las desganadas sonri- sas deWari. En el avión, Wari durmió con el rostro apoyado contra la ventana ovalada. De todasmaneras, nohabía nada que ver. Era un díanubladoenel surde laFlorida, noseveíael horizonte, ni loscielos turquesa que anuncian las postales, nada, excepto la superficie gris de una de las alas del avión y la estela que dejaba, surgiendo de su extremo, como esquirlas de humo. Leah lo despertó con una disculpa. “Tengo que trabajar”, le dijo suavemente. “De todas maneras, no hubieras podido seguir dur- miendo”. Le sonrió. Llevaba el cabello sujeto enuna cola de caballo. Olía a limpio. Leah fabricaba joyas, y el dormitorio de Eric, que en realidad era la sala, era también su taller. —No hay problema —dijo Wari sentándose en el sillón y esfor- zándose por ocultar su erección matinal. Leah sonrió al verlomanipular torpemente las sábanas. “Crée- me, ya he visto muchas de esas”, le dijo. “Me despierto junto a Eric todas las mañanas”. Wari sintió que su rostro se ponía rojo. “Qué suerte”, le dijo en su inglés masticado. Ella se rio. —¿Dónde está? ¿Eric?—preguntóWari, avergonzado de su pro- nunciación.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MTkzODMz