CYC_ElNuevoCuentoLatinoamericano_Cara
Ausencia 24 —Estudiando. En el trabajo. Enseña a estudiantes de bachille- rato. Jóvenes—dijo, traduciendo jóvenes con gestos que indicaban, más bien, pequeños . Wari se imaginó aEric, con su rostro amplio y pálido, y el cabello rojizo, enseñando a gente enminiatura, humanos diminutos que lo miraban hacia lo alto en busca de conocimiento. Le gustó que Leah hubierahechoel intentodecomunicarse.Él comprendíamuchomás que lo que era capaz de expresar, pero ¿cómo explicarle eso a ella? La observó durante un rato, limando metal y doblando tiras de plata en forma de círculos. A él le gustó la precisión de su trabajo, y a ella parecía no importarle que lamiraran. Leah pulió una pieza, la limó y lijó, dobló el metal con herramientas en apariencia muy ásperas para sus delicadasmanos. Sostuvo unmartillo con destre- za, era una mujer decidida. Fue una demostración impresionante. “Estoy por terminar”, dijo ella finalmente, “y luego quiero que me acompañes. Conozco a un peruano con quien puedes hablar”. Él se duchó y desayunó un tazónde cereal frío, luego ambos par- tieron rumbo al centrode la ciudad. El peruanoqueLeahconocía se llamaba Fredy. No sabía con exactitud de qué parte del país venía, aunque estaba segura de que él se lo había comentado. Fredy tra- bajaba en un mercado al aire libre en la calle Canal. Leah lo había conquistado con una sonrisa algunos años antes, y él le permitía vender sus joyas en consignación. Cada dos semanas, ella le traía cosas nuevas, y escuchabamientrasFredyhacíaun inventariode lo que había vendido y lo que no, y sus explicaciones sobre el porqué. Leah le contó aWari que Fredy vivía ahora en Nueva Jersey, y que se había casado conunamujer china. “Se comunican entre sí enun inglés chapurrado. ¿No es increíble?”. Wari asintió.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MTkzODMz