CYC_ElNuevoCuentoLatinoamericano_Cara

Ausencia 28 —Anímate, amigo —añadió Wari sin preocuparse por su pro- nunciación. Marcharse no es problema. Es emocionante, en realidad; de hecho, es como una droga. Es quedarte lejos lo que te mata. Esta es la sa- biduría compartida de los inmigrantes. La escuchas de gente que vuelve a su país luego de una década de ausencia. Te cuentan sobre la euforia que se acaba rápidamente; sobre las cosas nuevas que van perdiendo sunovedad y, poco después, incluso su capacidad de divertirte. El idioma te desconcierta. Te cansas de explorar. Luego la lista de lo que extrañas se multiplica irracionalmente, y la nos- talgia lo nubla todo: en tus recuerdos, tu país es limpio y honesto, las calles son seguras, la gente es por naturaleza cálida y la comida, siempre deliciosa. Los detalles sagrados de tu vida anterior se te aparecen una y otra vez de manera extraña y reiterada, en cientos de sueños que te mantienen despierto. Tus bolsillos se llenan de dinero, pero tu corazón se siente enfermo y vacío. Wari estaba listo para enfrentar todo eso. EnLima, reunió a algunos amigos y se despidió de ellos. Fueron despedidas tentativas, ambiguas. Despedidas hechas entre tragos, planteadas como bromas, risas discretas antes del ¡puf! y la fuga —esa magia tercermundista—. “Quizás vuelva”, les dijo a todos, “o quizás no”. Guardó dos cajas con pertenencias de todo tipo en el cuarto trasero de la casa de sus padres. Sacó algunos afiches de las paredes de su habitación y cubrió los pequeños agujeros con Liquid Paper. Animó a su madre a que, si pasaba un mes y él no había vuelto a casa, alquilara sudormitoriopara obtener un ingreso adicional. Ella lloró, pero solo un poco. Su hermano le deseó buena suerte. Wari hizo un brindis por la familia en la cena del domingo

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