CYC_ElNuevoCuentoLatinoamericano_Cara

Daniel Alarcón 29 y prometió que volvería a casa un día no muy lejano. Abrazó a su padre y aceptó el billete nuevo de cien dólares que el viejo le puso en la mano. En los últimos días antes de su partida, Wari y Eric intercambiaronexcitadosmensajes de correoelectrónico, afinando los detalles de la exposición: el tamaño exacto de los lienzos, la tra- ducciónde suhojadevida, lanotadeprensa. Todas las formalidades de una inauguración real, pero paraWari era solo ruido y cháchara. Para él, las únicas cosas que importaban eran su pasaje, la pista de despegue y el imprescindible asiento junto a la ventana para una última y fugaz mirada a Lima. El purgatorio del desierto, las luces de norte cada vez más cerca. Estoy listo, pensó. Nadie cuestionó su decisión, porque tenía una lógica absoluta- mente clara y evidente. ¿Qué iba a hacer allí? ¿Cuánto tiempomás podría vivir con sus padres? Un pintor divorciado y profesor oca- sional —¿qué podía hacer un artista enun lugar así? En los Estados Unidos, uno puede barrer pisos y ganar dinero, si se está dispuesto a trabajar—. —Tú estás dispuesto a trabajar, ¿no es cierto, Wari? —Sí, claro. —¿De cualquier cosa? ¿A la intemperie? ¿Carga, transporte, limpieza? —Lo que sea. Yeso fue todo. ¿Quéotraspreguntas sepodíanhacer?Le iríabien. Solamente sumadre expresó alguna preocupación. “¿Esto tiene que ver con Elie?”, le preguntó unos días antes de su viaje. Wari había estado esperando la pregunta. Elie, su exesposa, a la que amaba y odiaba a la vez. Al menos no tenían hijos que pudieran crecer odiándolo. Sentía alivio de que todo hubiera terminado, y estaba seguro de que ella también.

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