CYC_ElNuevoCuentoLatinoamericano_Cara
Ausencia 30 “No, Ma”, le dijo. “No tiene nada que ver con ella”. Y su madre sonrió y sonrió y sonrió. En el departamento de Eric, Wari soñaba despierto. Le añadía detalles a sumentira sobre Leah. Recostado en el sillón, redactaba mentalmente mensajes de correo electrónico a sus amigos, con- tándoles sobre ella, describiendo la forma de su cuerpo y los tonos de su piel. La solución a su dilema de los catorce días: casarse con ella y quedarse, casarse con ella y volver. Se casaría con ella y todo lo demás daría igual. Se imaginó enamorándose con monosílabos, conmovimientos de cabeza, sonrisas y gestos seductores. Contán- dole a Leah la historia de su familia en pictogramas: su humilde hogar; los colores apagados y oscuros de su ciudad natal; sumatri- monio alguna vez feliz, y cómo sus cimientos se disolvieron, cómo se desmoronó desde el interior hasta convertirse en una parodia perfecta del amor. Era poco después del mediodía, y Leah se alistó para su trabajo demesera. Abrió la llave de la ducha. A través de las delgadas paredes, él podía oír el ruido del agua cayendo sobre su cuerpo. Sucabello castaño claro se oscurecía almojarse.Wari cerró los ojos e imaginó su cuerpo desnudo. Luego el deElie.Wari encen- dió el televisor y dejó que sus ruidos llenaran la habitación. Había transcurrido casi un año de los ataques, y se habían iniciado ya las inevitables repeticiones televisivas del hecho. Cambióde canal y su mente empezó a divagar: Fredy, en un tren, camino a casa, donde lo esperaba su esposa china, preguntándose si aquello de lo queWari había presumido era cierto. Elie, en algún lugar de Lima, sin saber siquiera que él se habíamarchado. Leah, en la ducha, pensando en cualquier cosamenos en él. En todos los canales se veían las torres colapsando entre nubes de polvo.Wari eliminó el sonido del televi- sor y escuchó esperanzado la música acuática de Leah.
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