CYC_ElNuevoCuentoLatinoamericano_Cara
Ausencia 32 hacía reír y por eso la amaba. En un pedazo de papel que arrancó de un cuaderno, le escribió: “ I come see you, but instead meet your absence ”. Perfecto, pensó él. Escribió una W en una de las esquinas del papel, simplemente porque quiso hacerlo —como si alguien más pudiera venir a verla y dejarle una nota así—. La clavó en la puerta y bajó a la calle, mientras la música daba una serenata para las pa- redes de los departamentos vacíos. Se oía desde la calle. No había nada que hacer, salvo esperarla. Un chico que estaba en la esquina le frunció el ceño, pero Wari le respondió con una sonrisa. Era el final de la tarde, la última y agonizante luz del día. Llegó la noche de la inauguración, pero poca gente asistió. “Es un mal momento”, dijo Eric, que llevaba a Leah del brazo. “El aniver- sario ha puesto nerviosos a todos”. —¿Asustados? —preguntóWari. —Exactamente —dijo Leah. AWari no le importaba. Él tambiénestabaasustado. Ynoporque el mundo pudiera explotar, o porqueManhattan pudiera hundirse en el mar. Miedos reales. Sus cuadros resplandecían bajo los re- flectores. Un puñado de gente entraba y salía tomando sorbitos de champán en copas de plástico. Wari tenía un sentimiento extraño hacia sus cuadros, era como si otra persona los hubiera pintado, un hombre al que él había conocido en algún distante episodio de su vida. Concluyó que no tenían nada de especial. Existen, como yo existo, y eso es todo. La grandiosa ilusión del exiliado es que todos están allá, en tu ciudad natal, en tu hogar, tus enemigos y amigos, todos observán- dote como voyeurs . Todo lo quehaces adquiere importancia porque
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