CYC_ElNuevoCuentoLatinoamericano_Cara
Ausencia 34 El bar era cálido y animado. Los televisores transmitían juegos debéisbol deunadocenadeciudades. Los amigosdeEric felicitaron aWari dándolepalmaditas en la espalda. “¡Muybien!”, le gritaronen coro. No le permitieron que gastara ni un dólar. Compraron ronda tras ronda de tragos, hasta que las luces de los anuncios de cerveza se convirtieron en borrosos arabescos de neón. A Wari se le hizo casi imposible comprender una sola palabra de lo que conversaban a gritos. En el lugar había una chica, unamujer que se le insinuaba con lamirada. Eramenuda y tenía una fragilidad atractiva.Wari la vio susurrándole algo a Leah, y luego ambas miraron en dirección a él y sonrieron. Él les devolvió la sonrisa. “Me gustanmucho tus cuadros”, le dijo ellamás tarde. La velada se acercaba a sufin. Algunas personas ya se habíanmarchado. Leah y Eric se habían separado del grupo. Se besaban y reían juntos, y por las miradas que se echabanWari se dio cuenta de que estaban realmente enamorados. Se sintió un tonto. Estaba ignorando a la mujer que tenía al frente. —Gracias —le dijo. —Son muy violentas. —No fue mi intención que lo fueran. —Es lo que yo vi. —Es bueno que veas esto. La violencia ocurre a veces. —Mi nombre es Ellen —dijo ella. —Es un bonito nombre. Mi exesposa se llamaba Elie. —Y tú eresWari. —Así es. —¿Cuánto tiempo piensas quedarte? —Tengo visa por otros diez días —dijoWari. —Oh. —Pero en realidad no lo sé.
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