ZL_TeAmoPeladita

Albeiro Echavarría 12 los nervios. Se pone tensa, le dan palpitaciones, suda a chorros y piensa que se va a morir. La hora señalada, el día de la verdad. Al darse cuenta de que su muerte es inminente, se pone más nerviosa y empieza a llorar. —¿Por qué le tenés tanto miedo a morirte? —le pre- gunté después de abrazarla y consentirla—. Vos misma decís que cuando uno se muere descansa de todos los problemas de este mundo. —¡Cómo no le voy a tener miedo a la muerte! —ex- clamó ella—. Tu papá y yo seremos juzgados por haber destruido nuestro matrimonio. ¡No es nada agradable lo que me espera en el más allá! Si papá se fue al infierno, problema de él. Pero mamá no debería correr la misma suerte. Sería injusto. En el caso de papá…, pues era un tirano. Un reyezue- lo implacable. Con solo decir que cuando estaba más pequeño me castigaba con el cordón de la plancha. Y a mamá le tiraba al suelo la comida porque no le gus- taba. ¿Qué si se merece el infierno? No sé. No soy yo quien deba hablar del tema. El caso es que papá murió cuando yo tenía catorce años —seis meses después de haberse separado de mamá— y yo ni siquiera derramé una lágrima. Tres años después, ni lo extraño ni tengo planes de erigirle un monumento. Me hubiera gustado sincerarme con mamá, y ha- berle contado lo que estaba planeando, pero no iba a darle más dolores de cabeza. Si se hacía un ocho con cualquier trivialidad, no quería imaginar lo que ocu- rriría si llegaba siquiera a sospechar lo que yo estaba tramando.

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