ZL_TeAmoPeladita
L lovió a las cinco cuando me desperté, pero escampó cuando salí del baño. Aproveché y subí a la terraza para echarle una mirada al paisaje. Los cerros de Cali estaban cobijados con un pesado manto de neblina; sin ganas de asomar la cabeza por ningún lado, o sea, más perezosos que yo. Después siguió lloviendo: de esas lluvias que aparentan ser demasiado enclenques, pero que terminan emparamando hasta la conciencia. Mi estado de ánimo estaba en el nivel más bajo de los últimos dieciséis años —esa era la edad que tenía— y lo demostré en el desayu- 1.
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