CYC_RomeoYJulieta_Cruz

11 Piedad Bonnett Vélez ron antes, cuatro en total, fueronprobablemente reconstrucciones hechas a partir de lamemoria de algún actor, pues entre la primera y laúltima el texto se vaampliando. En las tres primerasnoapareció el nombre de Shakespeare. Se considera esta obra un verdadero hito en la literatura amo- rosa de todos los tiempos, un verdadero paradigma del drama de “amor recíproco desdichado” que, según Rougemont es “el gran hallazgode lospoetasdeEuropa”.Dramaquedacuentadel amor-pa- sión de que hablaba Stendhal, o que, si queremos adherir más bien a la terminología deOrtega yGasset, no sobrepasa la etapa del ena- moramiento, pues esta se trunca de inmediato con la muerte. En efecto, todo en esta obra es vertiginoso. El amor aparece en los dos jóvenes como algo repentino, mágico; en el breve instante en que nace no interviene la razón, como tampoco intervendrá en lo sucesivo, donde solo veremos enajenación, desmesura, obsesión. Desde elmismomomento enque se venRomeoyJulieta sedesinte- resan de su entorno, de talmodo que toda su energía apunta enuna sola dirección; hay en ellos, como diría Ortega, un estrechamiento de laconciencia, pues estaha sidoampliamente invadidapor el otro. El enamoramiento, esa primera etapa del amor que en ocasiones busca enseguida cauces más reposados, se ha apoderado de ellos, se ha adueñado de su voluntad. La rapidez de los procesos, que anula toda posibilidad de acer- camiento psicologista al tema del amor, podría interpretarse como torpeza del autor, a quien se le ha reprochado a veces cierta arbitra- riedad en el manejo de las tramas. Creo que nos equivocaríamos al interpretarlo así, pues estaríamos olvidando queShakespeare hace un teatrode convención, es decir, un teatro quenopretendehacerle olvidar al espectador que está frente aunescenario sino, antes bien, hacerle caer en cuenta de que lo que ve no es la vida misma sino

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