CYC_RomeoYJulieta_Cruz
15 Piedad Bonnett Vélez Romeo, rompe el esquema de la comedia, donde el pretendiente suele ser viejo y celoso como el padre, pero representa los deseos de este, que no resiste el rechazo de Julieta a su pretendiente “ahora que le habíamos conseguido un caballero de familia de príncipes”. La nodriza, ese magní co personaje que muestra la na obser- vacióndelmundo de que era capaz Shakespeare, tendría su remoto origen en el dolosus servus o esclavo pícaro que desemboca en el gracioso del drama español, en lamedida en que es cómplice de su ama y le ayuda a urdir sus intrigas. Pero es obvio que también par- ticipa de la naturaleza del criado lerdo, del charlatán empedernido quehablamucho ydicepoco–Polonio en Hamlet –yde la alcahueta, esa magní ca gura que tiene sumejor exponente en La celestina . Lanodrizaesunmagní coejemplodel talentocaracterizador de Shakespeare. Impertinente y habladora, unos cuantos rasgos le dan perfecta consistencia a nuestros ojos: su prodigiosa memoria, por ejemplo, ysugustopor el detalleparticularizador, quenos lamuestra sumergidaensupequeñavidadoméstica, transcurrida íntegramen- te en casa de los Capuleto. El vivo realismo de sus palabras resulta sorprendente. Aquel parlamento acezante en que la pesada mujer no deja de quejarse de cansancio sin llegar a desatar su lengua para comunicar los recados de Romeo, basta para patentizarla en nues- tra imaginación con todo su peso físico y su mezcla de senilidad y malicia. Comobuenaalcahueta, lanodriza concibe la felicidadde su ahijadasoloenel terrenode losplaceresde lacama, yensubocasiem- pre encontramos laalusiónpicarescayaveces obscenaqueproduce risa en los espectadores. Pero su alma bonachona y torpe, que goza con el encuentro furtivo de los enamorados, no duda un momento en aconsejar a Julieta, con el pragmatismo ramplón de quienes no saben del amor-pasión, que abandone a Romeo por Paris, a sus ojos mucho mejor “partido”. La nodriza, capaz de ternura y de crueldad,
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