CYC_RomeoYJulieta_Cruz
19 Piedad Bonnett Vélez muchomás que un juego de pendencias. Las palabras deMercucio están llenas de humor y de imaginación, y en su parlamento sobre la reinaMab reconocemos la voz de Shakespeare poeta, su fascina- ciónpor la imaginería del folclor nacional. Quizá ningún otro joven ilustramejor en la obra el desenfado propio de la juventud, su igno- rancia de la muerte. Por eso esta resulta tan sorpresiva, aun para el mismo personaje en cuyas palabras nales, tan acordes con su temperamento, adivinamos la desesperación, la sorpresa y la rabia. La muerte de Romeo y Julieta equivale a un reordenamiento social, es la forma en que las dos familias expían su culpa y superan sus odios. Los dos jóvenes inmolados se convierten en la penosa conciencia de Verona que necesitó de tan estruendosos sucesos para reaccionar. Pero tambiénes ciertoque si estahistoriaquería serunametáfo- rasobreel amor verdadero, cuyacorriente, segúnLisandroen Sueño de unanoche de verano , “jamás se ha deslizado exenta de borrascas”, no tenía más alternativa que la de la muerte como desenlace. Otra cosa equivaldría a negar la verdadera esencia del amor, que según Shakespeare es efímero, “breve como un corto sueño”. Superados los obstáculos, al joven matrimonio no le quedaría más alterna- tiva que la armónica convivencia en la domesticidad, y un futuro de padres tan poco emocionante como el de los padres mismos de Romeo y Julieta. Es posible que el amor, como opina Ortega y Gasset, sea una “operación más amplia y profunda, más seriamente humana pero menos violenta” que el enamoramiento. Pero es la pasión, con toda su angustia, su alucinación, su sobresalto, lo que cautiva la ima- ginación del público. Si a la pasión se le suma la muerte, tendre- mos la tragedia por excelencia. La muerte consagra el amor como mito y a los amantes como símbolo de la vida intensa que los seres
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