SYL_LasPesquisasComenzaronEnBakerStreet

1 0 normal. Sobre todo desde que trabajo al lado del veterano detective Ambrosio M. Durán. Ahora, cuando camino por el parque, me detengo a mirar la gente que pasa a mi lado y ya no puedo verlos como los veía antes. Ahora, los detalles simples que ignoraba se me presentan como pistas que tengo que seguir, que me hablan, que me pueden dar datos concretos sobre sus vidas, sus trabajos, sus gustos personales. Miro al hombre gordo que se sienta en la banca justo a mi lado, sudoroso y jadeante; sé que sufre de asma; se ha desabrochado la corbata, tiene pelos de gato en su abrigo de paño, de un gato de pelo largo, quizás un angora; vive todavía con su madre o con su abuela, pues el pañuelo que usa para secarse la frente tiene unas iniciales marcadas caseramente con hilo rojo sobre el blanco, una labor típica de una adorable ancianita. Me aburro y dejo de analizarlo.Veo entonces a alguien que pasa más allá; es posible que recién haya llegado de la selva, pues tiene picaduras de mosquito en una zona del cuello y la nariz quemada, como expuesta al sol tropical; es médi- co, puedo ver el bulto del estetoscopio en su saco. Y luego pasa una chica muy agradable, estudiante de artes, no hay duda, pues tiene gotas de vinilo en sus botas; posiblemente comienza apenas su universidad, su bolso se ve demasiado limpio y tiene poca técnica, claro, por las demasiadas man- chas de pintura y tinta en sus manos. Dejo de mirar; si sigo así puedo volverme loco. Pero ahora lo veo simple. Antes, los detalles, las pistas que deja la vida, pasaban por mi lado y se desvanecían para siempre.

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