TAZ_PorCulpaDeUnaS
“¡Regresen a las criaturas, por favor! ¡Están poniendo en peligro sus vidas!”, se escuchó por los altavoces. —¡Corre, ya estamos llegando! —gritaba Ma- nuel. “¡Manuel, Fanuel, les suplico que piensen lo que hacen!”. Ahora era la voz de mamá la que salía por los altavoces… Pobrecita… Llegamos a la oficina de inscripciones del hospital materno. —¡Abran esa puerta! ¡Rápido! —dijo mi herma- no y una señora mayor nos recibió con sorpresa. —Cierre ya, por favor. Todos nos persiguen —le pidió Manuel. La mujer cerró la puerta dejándose caer en una silla metálica. Las niñas no hacían otra cosa que llorar. —Pero ¿qué significa esto? —pudo, al fin, ha- blar la señora vestida de blanco mientras se in- corporaba con las dos hermanitas en sus brazos, quienes, por suerte, inmediatamente hicieron silencio. 16
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