TAZ_PorCulpaDeUnaS

—Sí, la torta estaba muy suave y delicada de sabor. –La señora Josefina no sabía qué decir para parecer interesada. —Pero ¿tuvieron oportunidad de probar un pe- dazo de cada una…? —La tía abuela se acomodó en la butaca y las dos fichas se miraron inquietas. A decir verdad, ya no me parecían tan inmen- sas ni tan gordas. Quizás, para entonces, la dura- ción y la intensidad del partido les había hecho bajar unos dos kilos a cada una. —A mí me parece que saben exactamente igual —dijo Angélica con el temor de equivo- carse al elegir la repuesta correcta para dar por concluida la visita. —Ahí está el asunto, queridas mías. Las tortas de cumpleaños de los hermanos gemelos deben ser idénticas, no solo al paladar, sino a la vista. Todo debe ser igual, absolutamente igual, por- que es lo que yo digo, un botón hoy, un bolsillo de otro color mañana, y un día… —La tía Amalia dejó suspendida la frase incorporándose de la butaca. Las dos fichas se miraron nerviosas… —¿Y un día…? —dijeron las dos con un hilito de voz. 32

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