TAZ_PorCulpaDeUnaS
La abuela Amelia había hecho una jugada genial. Acompañamos a la señora Josefina y a su hija Angélica hasta el jardín de la casa. Cuando papá cerró la puerta principal… —¡¡¡Desastre!!!… ¡¡¡Desastre!!! —Las dos abuelas, en la cocina, decían nuevamente: desastre, y se gritaban cosas sobre cuando eranmuy pequeñas. —¡¡¡Desastre!!! ¡¡¡Desastre!!! —En realidad, la voz que prevalecía era la de la tía abuela Amalia. De pronto un estruendo y luego un gran si- lencio. —¿Qué puede haber sucedido? —dijo papá y todos corrimos. Los seis que parecíamos tres quedamos hela- dos de miedo cuando nos asomamos. La tía abuela Amalia y la abuela Amelia esta- ban acostadas en el piso y ninguna de las dos respondía. A Constante se le escuchó ladrar en el patio y luego, lanzar un aullido de lobo. 36
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