Comprensión lectora 1 Unidad 1

¿Sabías que … ? ©EDUCACTIVA S.A.C. Prohibido fotocopiar. D.L. 822 4 Lectura 1 A los habitantes de Puerto Rico se les conoce con el gentilicio de boricuas . Esto, debido al nombre que los indígenas nativos daban a la isla: Boruken o Borikén, que en su lengua significa “tierra de cangrejos”. El nacimiento de la isla Borikén Había una vez una punta de roca que vivía en el fondo del mar de las Antillas. Allí había estado siempre, desde el principio del mundo, medio enterrada en la arena y apuntando hacia arriba, en dirección a la superficie del mar. A lo largo de su milenaria existencia, un gran anhelo la había distinguido de las otras: quería crecer hasta el cielo. Todos los que por allí vivían sabían de la extraña esperanza que albergaba aquella antigua punta de roca. Pero todas las criaturas del fondo del mar opinaban que el deseo de la roca era un sueño inalcanzable. Pasaba por allí el pulpo, por ejemplo, y le decía: —Eso es imposible. Pasaba por allí la fina barracuda y le decía: —Eso es imposible. Todos los animales del mar que por allí pasaban repetían lo mismo. Hasta los caballitos de mar que parecían no entender, con sus vueltas y elegantes giros, bailaban y repetían a coro: —¡Eso es imposible! Un día se hallaba la punta de roca meditando como siempre, cuando, de pronto, un pequeñísimo cangrejo ermitaño se acomodó en un resquicio de su regazo de piedra para cambiarse de casa. Con la gran concha a su espalda, el cangrejo se movía alegre entre las puntas de las rocas. A cada paso, a cada baile, acomodaba su gran casa en su espalda para que no fuera a caérsele hasta encontrarle un reemplazo. En lo que buscaba y encontraba, se quedó desnudo en medio del mar, expuesto a los peligros. Este cangrejito no era como los otros cangrejos ermitaños. Le gustaban las fiestas, el baile y el vacilón. Al verse desnudo, se sintió tan libre de cuerpo y liviano de corazón que, en lugar de seguir buscando un nuevo refugio, se puso a bailar. Un paso hacia delante, dos hacia atrás; aunque no había casa, el cangrejo no podía parar. En esto estaba el cangrejito cuando apareció por allí un mero cabritilla. Al verlo tan desnudito y apetitoso, en seguida, puso a funcionar su boca de aspiradora para tragárselo entero. En ese momento, un incontenible torrente empezó a arrastrar, al cangrejito desnudo hacia la bocaza abierta del comelón. —¡Socorro! ¡Auxilio, que me comen! —se puso a gritar el cangrejito, mientras hacía inútiles esfuerzos por resistir la correntada. Al ver lo que sucedía, la punta de roca se apiadó del pequeño cangrejo indefenso y le brindó una de sus salientes rocas para que se agarrara bien fuerte con sus palancas. Y así se aguantó el chiquitín hasta que el mero glotón, cansado de absorber agua inútilmente, fue a buscarse el almuerzo en otro lado.

RkJQdWJsaXNoZXIy OTA1MTU5