Comprensión lectora 2 Unidad 1

Glosario 8 ©EDUCACTIVA S.A.C. Prohibido fotocopiar. D.L. 822 Los orígenes de nuestro feudalismo Una etapa de saqueo organizado de los bienes de las comunidades indígenas, antece- dió en América a la definitiva cristalización de las tendencias feudales manifestadas en las capitulaciones. La conquista de las Antillas y de nuestras costas del Atlántico se efectuó bajo tal signo y las instituciones de este periodo se inspiraron en un evi- dente espíritu de rapiña. El desmantelamiento de los templos, el robo de las joyas, el saqueo de las sepulturas y los llamados “rescates” (pagos que debían hacer los nativos para recuperar a sus jefes secuestrados) representaron las maneras típicas de apro- piación coactiva de las riquezas que tenían en su poder indígenas precolombinos. Estas primeras fases de la conquista española en América no se diferencian de las empresas llevadas a cabo, en igual sentido, por otras potencias coloniales de la época. La aventura tenía tal magnitud para quienes la emprendían y los resultados eran, en un principio, tan problemáticos que solo la posibilidad de grandes recompensas podía servir de estímulo para intentarla. Pocos se habrían lanzado por rutas desconocidas, en busca de hipotéticos mundos apenas sospechados por los geógrafos, de no haberles alentado la esperanza de ganancias extraordinarias. Eso explica por qué España realizó el descubrimiento y la exploración del Nuevo Mundo por el llamado sistema de “Capitulaciones”, mediante las cuales el Estado cedía a sus vasallos parte considerable de sus facultades políticas y jurisdiccionales sobre los territorios conquistados, a cambio de una participación en los beneficios del descubrimiento. En las capitulaciones celebradas con don Pedro de Lugo para la conquista de las costas del Caribe y el descubrimiento del Río Grande de la Magdalena, don Pedro ofreció hacer los gastos de la expedición, el traslado de pobladores y especies animales y la construcción de los navíos necesarios, a cambio de que el Monarca le otorgara, como le otorgó, las tierras conquistadas “para siempre jamás”; le confiriera el título de Capitán General, con la facultad de nombrar regidores, jurados, escribanos públicos y la autorización para repartir los indios, las tierras, las aguas y las minas “por todos los días de su vida”. Exigió también, para él y sus descendientes, el título y los privilegios de los Grandes de Castilla, la facultad de abreviar los términos en las causas criminales y civiles y la renuncia del Rey a enviar Obispos y Protectores de Indios por un prolongado periodo. Este tipo de concesiones a los conquistadores o a quienes finan- ciaban las expediciones, solo podía conducir a la rápida feudali- zación del Estado de América. Verdaderos barones feudales serían los Adelantados, Capitanes Generales y Jefes de huestes a los que se otorgaba el mando militar, el derecho de nombrar Regidores de los Cabildos y de repartir la tierra y la mano de obra indígena. Ellos construirían su poder con las atribuciones jurisdiccionales arrancadas a la Corona y el sojuzgamiento de las masas indíge- nas, cuya explotación sería la fuente permanente de sus riquezas. Liévano, I. (1966). Los grandes conflictos de nuestra historia . Bogotá: Tercer Mundo. (Fragmento) Lectura 2 coactiva . Que ejerce fuerza sobre alguien para obligarlo a realizar algo. conferir . Conceder a alguien una dignidad una facultad o un derecho. sojuzgar . Dominar o someter a alguien con violencia.

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