TA_CupidoEsUnMurciélago
25 Entonces Isabel dijo: —¿Y qué tal si me siento junto a Javier? —Muy buena idea —respondió la maestra, que aún en ese momento no se había dado cuenta de que nuestra presencia era casi tan importante como un pepino, para nuestros compañeros. Nos ubicamos casi al final del salón sin chis- tar. El primer mal momento, obligatorio para todo alumno nuevo, ya había pasado. Tan pronto pude le dije a Isabel: —Gracias. —¿Por qué? —preguntó ella. —Porque me salvaste, no se me ocurría ni una sola idea para responder la pregunta de la maestra. —Ah… por nada. Hay frases horribles y trilladísi- mas que a la gente le encanta escuchar. No imaginas la cantidad de maestros que se emocionan cuan- do les dices que la escuela es «como tu segundo hogar», nunca falla… ya has hecho la prueba, ¿no? —Tienes razón. —Y hay muchas frases más, horribles y cursis todas, que nunca fallan y que se pueden usar en diversas situaciones. —¿Como cuál? —«Hacer tus sueños realidad». —¿Qué? —«Hacer tus sueños realidad». —No entiendo. En ese momento la maestra Chelito, desde el frente de la clase, se dirigió a Isabel y le dijo en
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