TA_CupidoEsUnMurciélago

30 Caminé torpemente sin saber adónde ir, hasta que volví a encontrar a Isabel que, asustadísima, me llevó hasta donde la maestra Consuelo (Cheli- to… ¡qué nombre horrible!). De inmediatome convertí en noticia fresca. Si hu- biera un periódico en el colegio, no dudo de que mi fotografía habría aparecido con un gran titular en la primera plana: «Sangre en la nariz de ‘el nuevo’». Pero la autora del golpe no pudo imaginar en ese instante todo lo que ese encuentro provocó en mí. Lo primero y lo más evidente: un flechazo en el corazón que me dejó conmocionado, y lo se- gundo y más curioso: un chorro de sangre que me convirtió, el primer día de clases, en un tipo muy popular. Camino a la enfermería, todos y todas me miraban como a un héroe, como si las manchas de mi camiseta y los dos tarugos de papel higiéni- co que Chelito supo colocar en sendos agujeros de

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