TA_CupidoEsUnMurciélago

35 A punto de convertirme en el ídolo de todos… una niña se puso de pie, me miró de frente y con una extraña sonrisa me dijo: —Vaya, vaya, vaya… créeme que estoy sorprendi- da con tu historia, hasta parece mentira. Cuando la miré me quedé petrificado. Era ella, la autora del golpe en mi nariz. La misma que me había gritado T-O-N-T-O a todo pulmón. Hasta ese momento no me había percatado de que asistíamos a la misma clase. Me puse verde y no supe qué de- cir, me sentí como el idiota más grande del planeta. Estaba a punto de desmayarme, cuando ella, toda- vía sonriente y luminosa, repitió con lentitud su última frase: —Hasta parece mentira… Por suerte el timbre de salida sonó. El primer día de clases había terminado. Tomé mi mochila nueva y salí tan pronto como pude. Ni siquiera alcancé a despedirme de Isabel, que a la distancia me gritó: «Adiós, Javier, te veo mañanaaaa». 4 Llegué a casa agotado, más por los nervios que por cualquier otra cosa. Cuando mamá me miró, con la ropa llena de manchas de sangre, me pre- guntó alarmada: —¿Qué te ocurrió, Javier? ¿Estás bien? Tocócadapartedemi cuerpoparaver si funciona- ba correctamente. Hizo un recorrido con sus manos

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