TA_CupidoEsUnMurciélago

36 por cada hueso, por cada músculo, a la espera de que en algún momento yo dijera «ay», y como no me dolía nada se quedó más tranquila. —Nada, mamá, un pequeño accidente en el co- legio, algo sin importancia, me golpeé contra una puerta y me sangró la nariz. —¿Contra una puerta? No entiendo. —Te lo diré si me prometes que no irás al colegio a armar un despelote. —Te lo prometo. —Bueno; quise ir al baño, y por un error estuve a punto de entrar al de mujeres. Una niña se abalan- zó sobre la puerta y… eso fue lo que pasó. —Pero, ¡cómo es posible! —preguntó mamá—, ¿acaso no hay un rótulo en la puerta de cada baño? —Pues no, pero ya lo van a colocar para evitar futuros accidentes. Mamá se quedó un poco más tranquila con mi explicación, me tocó por última vez la nariz para cerciorarse de que no me dolía, y luego me pidió que me sacara la ropa para poder lavarla. Esto úl- timo no sin cierto fastidio propio de la profesión «mamá»: —Ahora me tocará poner blanqueador en esta camisa, ojalá y salgan las manchas, de lo contrario la única opción será comprarte una nueva… en el segundo día de clases, como si no hubiéramos gas- tado ya suficiente dinero. En casa, al contrario que en el colegio, luego de mi hemorragia yo no era ningún superhéroe.

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