TA_CupidoEsUnMurciélago

38 punto de entrar a la ducha, mamá llegó al extremo de decirme: «No te olvides de limpiarte el ombligo y las corvas». Bueno con el ombligo ningún problema pero, ¿sabe alguien qué rayos son «las corvas»? He estudiado el aparato digestivo, el respiratorio, el reproductivo y el circulatorio, me he aprendido nombres horrendos como «vesícula biliar», «falan- geta» y «duodeno» y juro que jamás ninguno de mis maestros ha mencionado una parte del cuerpo llamada «corva». Cuando no conozco una palabra me gusta repe- tirla en voz alta varias veces intentando adivinar la definición a través de lo que el sonido me sugiera: «Corva, corva, corva, corva». Corva me suena a… una parte importante del cuerpo de un insecto, la cabeza, probablemente: «Cuando el grillo es adulto, la corva ocupa la ter- cera parte de su cuerpo». Suena convincente, ¿no? O podría ser también una especie de cuchara gorda de madera: «Ponga dos claras de huevo y una taza de harina en el recipiente y revuélvalas fuerte- mente con una corva». También suena razonable. O quizá podría ser una verruga de esas que tie- nen las brujas en la nariz y en la frente: «Se llamaba Marga y tenía una corva peluda en la punta de la nariz». Bueno, la verdad es que con ese ejercicio esta- ba un poco lejos de la realidad. Cuando aquella vez mamá sugirió el aseo de ese desconocido lugar,

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